Darío Lucero fue transportado a una época de hambruna extrema. Al inicio, cargaba con cinco hijas que prácticamente lo odiaban, y dependía completamente de un sistema que intercambiaba puntos de bondad por suministros para sobrevivir, logrando prosperar contra todo pronóstico. Sin embargo, un día, sus madres biológicas, mujeres de origen ilustre y poder, comenzaron a llegar una tras otra a su puerta.