Violeta Ruiz es una guardaespaldas que se especializa en ofrecer servicios a las víctimas de violencia doméstica. Ha estado en el negocio durante cinco años y nunca ha perdido un caso. Tras una cita a ciegas con el destacado abogado de la ciudad, Marco Sánchez, se casaron rápidamente. Para evitar preocupaciones, Violeta ocultó su verdadera identidad en la cita. Su imagen inocente y despreocupada satisfizo al padre e hijo, excepto a su suegra, Rosa García, quien constantemente mostraba su preocupación por la llegada de Violeta y le aconsejaba en varias ocasiones que abandonara la familia Sánchez. Sin embargo, Violeta comenzó a notar varias anomalías en esta familia, como las heridas inexplicables de Rosa y la mirada llena de miedo de ella y de Dora, la hija de Marco. Justo cuando la familia quiso imponerle las reglas, se dio cuenta de la tendencia genética a la violencia doméstica de esta familia. Rosa, la mamá de Dora, e incluso Dora, han sido víctimas de la violencia. Marco solo aparentaba ser un hombre educado, pero en realidad es un despreciable que disfruta de la violencia. Para ayudar a Rosa y a Dora a liberarse de este infierno, Violeta continuaba ocultando su identidad y se quedaba al lado de Marco para obtener pruebas de su abuso. Al final, Violeta logró la custodia de Dora.
Hace seis años—— Luz Soto era la hija caprichosa y mimada de una familia adinerada. Sebastián Rivera era un joven talentoso e inocente de una familia humilde. Seis años después—— Luz Soto es una humilde madre soltera que lucha por llegar a fin de mes. Sebastián Rivera es una influyente figura que aparece en la Revista Forbes con una riqueza sin parangón. Al volver a encontrarse, clavándole los ojos, le dijo: «Luz, gracias a ti me convertí en este Sebastián». Luz levantó la cabeza para contener las lágrimas y, sonriendo sin miedo, contestó: «Entonces, deberías darme las gracias. Si no fuera por mí, ¡habrías seguido siendo un pobretón sin futuro!». Después, Sebastián la arrinconó en una esquina y le dijo dolido y enojado: «Luz, ¿cómo te atreves a casarte con otro hombre y tener hijos?». Más tarde, ella saltó hacia las profundidades del océano y dijo: «Sebastián, te pagaré con mi vida. Ya no te debo nada». A continuación, Sebastián se volvió loco buscándola. No podía ser alguien con una voz parecida, con una apariencia similar o con una personalidad semejante. Tenía que ser ella. Solo podía ser ella. Y dijo: «Luz, vuelve. Estoy dispuesto a tropezar con la misma piedra, pero, esta vez, puedes matarme si quieres».