En los años 80, Esteban Rojas fue engañado por su familia, lo que llevó al maltrato de su esposa e hija y lo condenó a una vida de trabajo duro en la fábrica familiar. Al final, fue traicionado y murió solo. Al volver a vivir, decidió dividir la familia, regresar al campo y, al ver los estanques llenos de cangrejos de río, encontró en ellos el camino hacia la riqueza.