Hace siete años, Elisa asumió la culpa de un homicidio para proteger a Alberto. Cuando su ejecución era inminente, recibió un permiso final de diez días. Para financiar la operación de su madre, Teresa, trabajó como acompañante en un bar, donde se reencontró con Alberto, convertido ya en un magnate de las finanzas. Él, creyendo que ella lo había abandonado en el pasado por dinero, la humilló utilizando ese mismo poder. El día de la ejecución, Danilo llegó con nuevas pruebas y la salvó. Tras ser liberada, Elisa sufrió una insuficiencia hepática urgente, secuela de su donación. Sin embargo, Alberto usó su influencia para desviar el único hígado disponible hacia Laura, lo que indirectamente causó la muerte repentina de Teresa. Desesperada, Elisa se suicidó. Cuando Alberto finalmente descubrió la verdad, enloqueció y buscó desesperadamente a Elisa, solo para encontrarla con amnesia. Custodió con ternura aquella paz frágil, pero la verdad siempre amenazó con destruir aquella falsa calma.